
Información general:
CINCUENTA AÑOS CON LOS BARIS
El día ventidos de julio de mil novecientos sesenta, cuatro misioneros capuchinos : Romualdo de Renedo, Adolfo de Villamañán, Vicente de Gusendos y Epifanio de Valdemorilla, hicieron contacto pacífico con la etnia de los Barís – entonces llamados Motilones – culminando así exitosamente diecisiete años de heroica campaña de acercamiento a ellos.
Los Barí son un pueblo de la familia Chibcha que ha desarrollado su hábitat en las dos márgenes ( Colombo-Venezolana ) de la Sierra de Perijá – también llamada de los motilones – ubicada en la frontera norte entre las dos naciones.
Desde el primer momento del descubrimiento y conquista de esta parte de América del Sur ya se hicieron presentes los Barís como nos lo relatan las crónicas de Alonso de Ojeda -fundador de Maracaibo- cuando en 1499 se adentró a recorrer las orillas del lago dándoles el nombre de Pequeña Venecia- de donde vendría después Venezuela – y donde fue herido por una de sus certeras flechas. Los expedicionarios Ambrosio de Alfinger y Juan de Maldonado – fundador de San Cristóbal – nos seguirán hablando de estos indígenas denominados al principio como Indios Zulias hasta que en 1622, Fray Pedro simón se refiere a ellos con el nombre de Motilones por la forma de motilarse el pelo. Todas estas primeras crónicas los describen como bravos, fuertes y rapidísimos atacantes de poblados como el de Gibraltar al sur del Lago de Maracaibo.
El 22 de Agosto de1772, después de varios intentos de reducirlos por la fuerza de las armas, y con la inestimable ayuda de un barí capturado unos años antes y bautizado como Sebastián José, la expedición dirigida por Sebastián José Guillén tesorero de las cajas de Maracaibo, que estaba formada por 79 hombres y entre los que se hallaba Fray Fidel de Rala (capuchino ) , toma contacto pacífico con esta etnia tras la que se había creado una especie de leyenda negra al considerarlos salvajes y despiadados y que el mismo Sebastián Guillén tratará de rebatir al describirlos así después de su contacto con ellos :
Es uno de sus inviolables atributos la religiosidad de la verdad.
Reputan por delito capital el hurto
Trabajan y cultivan sus haciendas en comunidad
Procuran vivir ejercitados en el trabajo
No viven sujetos a superior que los domine
Proceden en todo de unánime conformidad
La paz entre ellos es su supremo valor. . . ( Del diario de Guillén 1772 )
Basados en estos valores culturales se pudo trabajar fácilmente con ellos y fundar varios pueblos en las márgenes de los ríos Escalante, Zulia y Santa Ana ,como por ejemplo Santa Bárbara del Zulia , hasta que en 1818 , como consecuencia de la guerra de independencia, tuvieron que salir los capuchinos del país quedando abandonadas las misiones y volviendo los indígenas a su estilo de vida anterior en el corazón de la selva.
En este estado de aislamiento se encontraban cuando el 26 de Mayo de 1943 El Papa Pio XII crea el Vicariato Apostólico de Machiques encomendado también a los Capuchinos y comprometiéndose desde un primer momento a trabajar incansablemente para lograr el contacto pacífico con estos indígenas Barís y evitar así el grave peligro que tenían de ser eliminados en la desigual contienda que mantenían con el mundo criollo. Esto se consiguió felizmente de una manera análoga a la del primer contacto ya citado, no sin antes haber pagado el tributo de sangre de dos religiosos flechados en este proceso y salvados casi milagrosamente de la muerte.
Todo lo relatado por Guillén en el primer contacto lo constatan los misioneros en el segundo y nuevamente se comienza a trabajar con ellos sobre esos cimientos tan humanos y tan cristianos creando comunidades en las que se armonice lo individual con lo colectivo y en las que sus valores se mantengan vivos con el fin de trasmitirlos a las nuevas generaciones y evitar así ser absorbidos por el mundo criollo dominante con el que inevitablemente tienen que relacionarse.
Esta es la tarea fundamental y cotidiana de todo buen Barí : mantenerse sanamente orgulloso de su raza privilegiada firmemente arraigada en sus mitos de creación y que los compromete a mantener vivo su celo por su cultura , por su sangre y por su tierra ; por eso el Barí se toma el tiempo necesario para visitar y dialogar con sus paisanos , debate en largas asambleas sus problemas y sus proyectos, organiza todos los años encuentros binacionales con los Barís de Colombia y sabe descubrir y valorar todo lo que le puede ayudar a crecer y a realizarse como persona. Con relación a esto la religión cristiana nunca ha constituido una piedra de choque con la cultura Barí ya que como hemos visto sus valores se identifican plenamente con los cristianos y nos evangelizan a nosotros en aspectos tan básicos como la sacralidad de la vida y su dimensión comunitaria.
Capuchino para el Barí es sinónimo de amigo y de Iglesia, integrado como un miembro más de la comunidad, y asumiendo a SHasucrí, junto a su líder mitológico Sabaseba , como inspirador y guía de su devenir histórico actual. Al lado del capuchino han estado también desde un primer momento las hermanas Lauritas y de Santa Ana a las cuales les otorgan con toda justicia el mismo reconocimiento.
CINCUENTA AÑOS CON LOS BARIS
El día ventidos de julio de mil novecientos sesenta, cuatro misioneros capuchinos : Romualdo de Renedo, Adolfo de Villamañán, Vicente de Gusendos y Epifanio de Valdemorilla, hicieron contacto pacífico con la etnia de los Barís – entonces llamados Motilones – culminando así exitosamente diecisiete años de heroica campaña de acercamiento a ellos.
Los Barí son un pueblo de la familia Chibcha que ha desarrollado su hábitat en las dos márgenes ( Colombo-Venezolana ) de la Sierra de Perijá – también llamada de los motilones – ubicada en la frontera norte entre las dos naciones.
Desde el primer momento del descubrimiento y conquista de esta parte de América del Sur ya se hicieron presentes los Barís como nos lo relatan las crónicas de Alonso de Ojeda -fundador de Maracaibo- cuando en 1499 se adentró a recorrer las orillas del lago dándoles el nombre de Pequeña Venecia- de donde vendría después Venezuela – y donde fue herido por una de sus certeras flechas. Los expedicionarios Ambrosio de Alfinger y Juan de Maldonado – fundador de San Cristóbal – nos seguirán hablando de estos indígenas denominados al principio como Indios Zulias hasta que en 1622, Fray Pedro simón se refiere a ellos con el nombre de Motilones por la forma de motilarse el pelo. Todas estas primeras crónicas los describen como bravos, fuertes y rapidísimos atacantes de poblados como el de Gibraltar al sur del Lago de Maracaibo.
El 22 de Agosto de1772, después de varios intentos de reducirlos por la fuerza de las armas, y con la inestimable ayuda de un barí capturado unos años antes y bautizado como Sebastián José, la expedición dirigida por Sebastián José Guillén tesorero de las cajas de Maracaibo, que estaba formada por 79 hombres y entre los que se hallaba Fray Fidel de Rala (capuchino ) , toma contacto pacífico con esta etnia tras la que se había creado una especie de leyenda negra al considerarlos salvajes y despiadados y que el mismo Sebastián Guillén tratará de rebatir al describirlos así después de su contacto con ellos :
Es uno de sus inviolables atributos la religiosidad de la verdad.
Reputan por delito capital el hurto
Trabajan y cultivan sus haciendas en comunidad
Procuran vivir ejercitados en el trabajo
No viven sujetos a superior que los domine
Proceden en todo de unánime conformidad
La paz entre ellos es su supremo valor. . . ( Del diario de Guillén 1772 )
Basados en estos valores culturales se pudo trabajar fácilmente con ellos y fundar varios pueblos en las márgenes de los ríos Escalante, Zulia y Santa Ana ,como por ejemplo Santa Bárbara del Zulia , hasta que en 1818 , como consecuencia de la guerra de independencia, tuvieron que salir los capuchinos del país quedando abandonadas las misiones y volviendo los indígenas a su estilo de vida anterior en el corazón de la selva.
En este estado de aislamiento se encontraban cuando el 26 de Mayo de 1943 El Papa Pio XII crea el Vicariato Apostólico de Machiques encomendado también a los Capuchinos y comprometiéndose desde un primer momento a trabajar incansablemente para lograr el contacto pacífico con estos indígenas Barís y evitar así el grave peligro que tenían de ser eliminados en la desigual contienda que mantenían con el mundo criollo. Esto se consiguió felizmente de una manera análoga a la del primer contacto ya citado, no sin antes haber pagado el tributo de sangre de dos religiosos flechados en este proceso y salvados casi milagrosamente de la muerte.
Todo lo relatado por Guillén en el primer contacto lo constatan los misioneros en el segundo y nuevamente se comienza a trabajar con ellos sobre esos cimientos tan humanos y tan cristianos creando comunidades en las que se armonice lo individual con lo colectivo y en las que sus valores se mantengan vivos con el fin de trasmitirlos a las nuevas generaciones y evitar así ser absorbidos por el mundo criollo dominante con el que inevitablemente tienen que relacionarse.
Esta es la tarea fundamental y cotidiana de todo buen Barí : mantenerse sanamente orgulloso de su raza privilegiada firmemente arraigada en sus mitos de creación y que los compromete a mantener vivo su celo por su cultura , por su sangre y por su tierra ; por eso el Barí se toma el tiempo necesario para visitar y dialogar con sus paisanos , debate en largas asambleas sus problemas y sus proyectos, organiza todos los años encuentros binacionales con los Barís de Colombia y sabe descubrir y valorar todo lo que le puede ayudar a crecer y a realizarse como persona. Con relación a esto la religión cristiana nunca ha constituido una piedra de choque con la cultura Barí ya que como hemos visto sus valores se identifican plenamente con los cristianos y nos evangelizan a nosotros en aspectos tan básicos como la sacralidad de la vida y su dimensión comunitaria.
Capuchino para el Barí es sinónimo de amigo y de Iglesia, integrado como un miembro más de la comunidad, y asumiendo a SHasucrí, junto a su líder mitológico Sabaseba , como inspirador y guía de su devenir histórico actual. Al lado del capuchino han estado también desde un primer momento las hermanas Lauritas y de Santa Ana a las cuales les otorgan con toda justicia el mismo reconocimiento.
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